¿Es una buena acción lo
que me hace a mí y a los demás sentirnos felices?
Es clave que todas las decisiones
que tomemos las hagamos previamente razonándolas. Es cierto que cuando hacemos
algo por alguien nos sentimos realmente bien pero siempre y cuando este acto
sea considerado beneficioso para nuestro prójimo sin dejar de lado lo que nos
diga nuestra conciencia. De los mayores placeres de la vida se ha visto que el
arte de compartir es realmente gratificante ya sea por obra social con los más
necesitados o simplemente compartir la mitad de lo que más nos gusta. Por otro
lado, esta ambigüedad de sentirnos felices puede ser confundida con el sentido
de placer. Por ejemplo si es que yo no decido no hacer el trabajo que me toco
dentro de mi grupo de trabajo y convenzo a los demás de que no lo hagan por que
es mejor tener tiempo libre, estaría haciéndoles “felices” solo
momentáneamente. En otras palabras sentirse feliz puede ser satisfactorio momentáneamente
mientras que ser feliz en realidad significa
hacer acciones buenas que te llenen el corazón de satisfacción. El lenguaje en
este punto influye muchas veces en la manera en que llegan los mensajes con palabras
disfrazadas y en ciertos casos nos hacen cambiar de parecer y cometamos
errores. Sin embargo esto se ha venido dando desde nuestros ancestros ya sea
por convencer a otros de hacer algo por interés o egoísmo siempre tenemos que
tomar en cuenta de lo que nos diga la razón o lo que suena lógico porque eso es
lo que predomina. En definitiva debemos saber que somos libres pero siempre
optar por lo que nos va a hacer crecer en nuestra vida y qué mejor si es que
influenciamos en la vida de alguien que lo necesita de una manera positiva y así
hacer que nuestra sociedad de igual manera; mas no pensar que una buena acción nos
haga “felices” o mejor dicho que nos haga sentirnos bien o pasar un buen rato
pero que luego vengan los arrepentimientos.
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